Los tres errores que seguramente cometes en la ducha y no lo sabes según una dermatóloga

¿Eres una amante de las duchas y los baños? Si te gusta cuidar de tu higiene personal con mimo, tienes que conocer estos tres errores que, muy probablemente, estás cometiendo en la ducha sin saberlo.

Celia Perez León
Celia Pérez León

redactora especializada en estilo de vida y nutrición

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DUCHA
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No hay nada como una ducha después de un largo día de trabajo para saber que ya estás en casa o a primera hora de la mañana para empezar el día con vitalidad. El agua caliente, el olor del jabón y todos los rituales asociados a este momento del día hacen que sea mucho más que un acto de higiene personal. Pero en este templo del autocuidado hay errores que cometemos sin saber que lo son, y que pueden ser perjudiciales para nuestra piel.

Si quieres que tus duchas, además de relajantes y agradables, sean beneficiosas para tu piel, esto te interesa. Una dermatóloga, bajo el alias de @dermguru, ha compartido en TikTok un video muy interesante en el que explica tres errores que todos (o casi todos) cometemos en la ducha y que comprometen la salud de tu piel.

@dermguru Please wash yo ears 🤢 #dermguru#everythingshower#hygienetips#loofah#showerhead♬ original sound - Dermguru

Las partes del cuerpo olvidadas

Cuando te metes en la ducha, es muy probable que sigas un ritual de limpieza muy específico. Y también muy común, dado que es el que solemos ejecutar la mayoría de nosotros. Empiezas por el champú y el acondicionador, para dejar el pelo limpio y brillante. Sigues con el cuerpo, recorriendo los brazos, las piernas, el tronco y, para acabar, te aseas las partes íntimas.  Y listo. Ya estás limpia. ¿O no?

Hay ciertas partes del cuerpo que muchos suelen olvidar, y que pueden acumular suciedad, bacterias y emitir mal olor sin que nos demos cuenta. Hablamos especialmente de los pliegues de nuestro cuerpo, como el cuello, detrás de las orejas, el ombligo o incluso la parte inferior de las uñas.

Es importante que no descuides estas partes del cuerpo olvidadas durante la ducha, repasándolas cada día para que no queden restos de suciedad. Así, además de oler de maravilla, conseguirás cuidar la piel de estas zonas tan delicadas y evitarás la proliferación de bacterias.

El cabezal de la ducha, un foco de infecciones

Si el momento de la ducha es un ritual de limpieza personal, otro ritual que no debemos descuidar nunca es el de la limpieza del baño. Hay muchas formas, trucos y consejos para conseguir que esta parte de la casa quede como los chorros del oro. Pero a muchos se nos suele olvidar un lugar en el que se acumula la suciedad y las bacterias.

ducha fría

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El problema es, quizá, que no lo vemos. Pero si abres el cabezal de tu ducha, descubrirás cuánta suciedad acumulada se esconde en él. En su vídeo, la dermatóloga explica que en esta pieza del baño “se forman bacterias asquerosas que pueden dañar la piel y los pulmones”. Y es que se ha demostrado que los microorganismos que se esconden en el cabezal de la ducha, al ser inhalados durante el aseo, pueden transmitir infecciones pulmonares.

Así que, cuando te toque limpiar el baño, no te olvides de desinfectar el cabezal de la ducha. Lo ideal es, además, limpiarlo a fondo una vez al mes. Para ello, debes desenroscarlo y dejarlo en remojo durante unas ocho horas en un recipiente con agua y vinagre de limpieza.

Para acabar, el cabezal de la ducha no debe ser una pieza eterna en tu cuarto de baño. Cuando veas que el caudal de agua se debilita o que los orificios están incrustados, con acumulaciones de cal, es hora de cambiarlo.

Adiós, querida esponja

Esto puede resultar complicado para quienes han convertido la ducha en un momento de autocuidado e, incluso, un ritual de belleza. Pero lo cierto es que las esponjas que tanto adoramos utilizar durante el baño no son especialmente recomendables para la piel.

La dermatóloga a la que citábamos al comienzo de este artículo lo deja claro al insistir en que son “un caldo de cultivo para bacterias y hongos”.

Por más que les apliquemos jabón a diario, estas esponjas están en un espacio húmedo ideal para la proliferación de todo tipo de bacterias y microorganismos que son negativos para la piel.

Por eso, aunque te cueste, lo mejor es que tires tu esponja a la basura y empieces a utilizar jabón en formato pastilla o te enjabones con las manos. O, si no quieres renunciar al baño con esponja, puedes utilizar una de silicona, en la que la acumulación de bacterias es mucho menor.